sábado, 21 de marzo de 2020

reparar



La traducción como otra forma de respiración: 



No hay soluciones mágicas -ya sea mediáticas o políticas; tan solo el lento pero firme trabajo de quienes sobrevivimos, los sueños utópicos que aún albergamos entre nosotr*s, y otras herramientas afectivas para la transformación, aún desconocidas” 

(ANN CVETKOVICH, Depression. A public feeling, 2012) 




Comienzo escribiendo y traduciendo un texto sobre la depresión, no solo como condición individual, sino también como sentimiento público. Algo de lo que quizás necesitemos hablar más. Hablar para comenzar a entender un poco de qué se trata esta otra pandemia todavía más silenciosa que la que hoy nos ocupa febrilmente. De la que se padece y mucho, en un silencio atronador.  



Si hay algo que nos falta a quienes atravesamos un proceso depresivo es aire. El aire para nosotr*s se transforma en uno de los elementos más preciados, y el gesto de respirar deviene uno de los más raros –aunque paradójicamente lo hagamos todo el tiempo, inercial y automáticamente. Pareciera ser también que abrir la pregunta por cómo respirar –una especie de actualización del ¿Cómo hacer?, lanzado hace unos pocos años por el Comité Invisible, que a la vez retomaba y torcía el viejo y arrumbado ¿Qué hacer?  leninista- se nos ha vuelto a much*s una clave para situar nuestra época. Una pregunta estratégica, de esas que le abren un tajo a lo que se presentaba macizo, solidificado, sin aberturas ( ¿el capitalismo? ¿el patriarcado? ¿las identidades?). Que dibuja la posibilidad de abrir otros caminos, de pensar otras cosas, de sostener preguntas, de imaginar que los mundos que habitamos y que nos reclaman podrían y deberían ser distintas de lo que son.  Preguntar por el respirar como una forma de reparación y de sutil evasión de las narrativas que intentan plantear alternativas igual de sólidas y compactas a lo que hay, sin prestar nada de atención a lo que (nos) sucede. 





Julia Levstein, Chance, 2020



Hoy al abrir mi Facebook leí a un señor muy famoso y serio decir que frente a esto (¿esto? ¿qué será el esto para señores tan serios y seguros de sí mismos?) “si no hay salida por izquierda, habrá salida por derecha”. Ese tipo de sentencias son la que, por lo menos a mí, no me dejan respirar ni me permiten pensar casi nada de nuestra contemporaneidad, de nuestro estar en un mundo cada vez más turbulento, sorprendente e impredecible. 




Tal vez necesite(mos) conjurar entonces el estilo sentencioso de los hombres serios y muy seguros de sí con un tipo de poesía y de poéticas que puedan conversar con  la época, apenas nombrándola. Que funcionen como herramientas asombrosas para abrir sus puertas, sus ventanas, sus pulmones, esos que hoy observamos en extremo peligro a causa de pandemias y de sentimientos más o menos silenciosos, más o menos públicos. Una poesía más parecida a un paisaje que a esas máquinas de juzgar, ahogar y entristecer



No es fácil, como se dice. 
Dedos, puños contra el cristal, 
lentitud, ten cuidado. Tristeza 
no formulable, salvo las cejas. Ha 
de cicatrizar. Hay mente  
ya en los ojos –nunca,  
nada, alma- y en los puños1 






  
(1) Olvido García Valdés, Esa polilla que delante de mí revolotea. Poesía Reunida (1982-2008), Galaxia Gutenberg, Madrid,2008 

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