miércoles, 29 de agosto de 2012

SPINETTA - HEKER; ROTOS DE LUZ Y SOMBRA






" Un signo o una suprema voluntad que ya empieza a derramar su luz sobre las disonancias de esta noche, sobre ciertas risitas a hurtadillas, sobre aquel deseo intolerable de gritar bajo los astros, sobre la cara oculta de la luna, de la cara de luna de una infanta tramposa y clandestina, hostigada por el maléfico sueño de un destino de privilegio que la espera para devorarla en los rincones oscuros de su alegre vida diurna "


Liliana Heker -  Zona de Clivaje

lunes, 27 de agosto de 2012

MIGUEL ÁNGEL BUSTOS : EL AMOR EN EXTERIORIDAD ( I )

  

Francesca Woodman ( 1975 )






“No niego que el amor tenga disputas con la vida; afirmo que aquél debe vencer y por eso elevarse a una conciencia poética tal de sí mismo que todo lo que encuentre necesariamente hostil se funda en la hoguera de su propia gloria.” 

(André Breton – El amor loco )


¿ Quien puede hablar acerca de un decir, que no deja de ser acto, que no deja de ocultarse, y que pareciera condenado al más extremo desamparo? ¿ Es posible obstaculizar, desde el acto amoroso y la hiancia a la cual nos invita y desde la cual nos interpela, la lógica de la comunicación, soporte estructural de la circulación mercantil  y reificada de palabras, cuerpos y afectos? ¿ Cómo hacer pie y ser dignos de aquello que nos sucede y nos subvierte, allí donde las proporciones pierden todo su sentido ?

La despoetización del lenguaje preanuncia que lo peor esta por venir. He aquí quizá la zona de clivaje donde la poesía, así lo subrayó Mandestam, se transforma en una estrategia de guerra y en un trabajo de paciencia, intersectando palabra y acto amoroso hasta volverlos indiscernibles. Amor que es un decir vacío y decir que es un acto de inconsistencia. En este modo de caminar-decir-habitar, pareciera señalar Miguel Ángel Bustos, la palabra adquiere otra dignidad, muy exterior a ella misma, muy otra a su uso cotidiano y cosificado.  Acto que repoetiza un lenguaje capturado por la cháchara conversacional,  y configura un nuevo lugar, instersticio para un diálogo tenso con aquello que continuamente se escabulle y nos deja, precisamente—y he aquí la irrebasable paradoja— sin palabras.

Frente a la orfandad que provoca la emergencia de lo real, y en este sentido ubicamos la poesía como acto amoroso y el amor como un acto poético ( es decir, de invención ), resulta necesario construir una lógica no bivalente, cartografía donde no solamente conviven en apaciguada tensión el yo y el tu, sino también lugar de y para el deseo. Puntos irreductibles a un lenguaje cristalizado que se pretende siempre omnipotente y omnicomprensivo.

Suelto mi vida / y camino enamorado. Tú, Yo, y una  demora que nos vuelve inapropiables el uno al otro. Tres términos, tres lugares;  política, amor, y poesía. El lazo construido sobre la fragilidad y la contingencia de los cuerpos a través de una palabra y un acto que no busca cerrar la herida, sino caminar con ella hacia lo abierto, a metros de la noche aterrada

*
 
Camino con amor

Enamorándome
del agua azotada
de tus ojos,
caminaba y sufría.
De los niños acurrucados
endurecidos,
oscuramente adultos,
corría mordiendo el llanto.
De las cárceles
sin lechos ardientes,
a espaldas largas
del verano.
¡Corría y corría!
Abrazando
mi pecho hermano
y tu pecho hermano,
a metros de la noche aterrada,
suelto mi vida
y camino enamorado.

( Miguel Ángel Bustos )


Agradecimiento especial :  Javier Galarza


lunes, 20 de agosto de 2012

DE UN OTRO A OTRO



                                                   Oscar Dominguez, Retrato de Selina Calzadilla, 1927



 In Mem. R.G.A

¿Qué necesita el hombre para caminar hacia  lo maravilloso en esta tierra casi al borde de la penumbra?. Pregunta que retorna una y otra vez en el poema, bordeando los límites de una exigencia infinita y siempre inacabada; aquella que invita a morar en el tiempo más propio y, a la vez, más ajeno. Esta exigencia se plantea hoy al hombre no solamente desde la mera duración -plano donde el cálculo y la especulación ejercen su dominio más triste y sombrío- sino también desde la posibilidad siempre latente de un salto, que interrumpa, en su apertura a la discontinuidad, dichas coordenadas.

La acción de poner en riesgo las propias arquitecturas (Andrés Alvarado), primer paso en este largo camino, se constituye en íntima solidaridad con el quiebre de un tiempo que ya no tiene como fetiche a Cronos, dios de la continuidad, la certeza y la muerte, sino más bien a Penélope. Tiempo feminizado, que no abjura de su opuesto ni busca integrarlo, sino que, al sostener la tensión entre los dos términos, habilita el anclaje sobre el intervalo;  disposición al acecho paciente y constante, donde la noche desapropia lo que el día luego vendrá a reapropiar nuevamente, en perpetua diferencia.

¿No es acaso esta dialéctica trágica la que se constituye en el acto amoroso? Un yo desvalido y desapropiado que transita en la noche dispuesto a desatar del olvido y la nostalgia a su ( ¿perdido? ) objeto de deseo. Yo, que es síntesis paradojal y nunca totalizable, construye el poema no sólo como lugar de reunión, sino como un nuevo modo de acercamiento al otro, desde la impropiedad y el estallido que lo conforma. El otro, lo otro, topos múltiple donde habitar nuevas posibilidades de vida, en esta tierra que lo necesita para maravillarse.



Yo

Yo reúno tus rostros tus gestos tus palabras

vivo de tus imágenes como el agua del cielo
yo te devuelvo al sol a las glicinas
al reino tuyo a tu calor
yo te desato de la noche que te olvida
te devuelvo a los días más bellos de la tierra
esta tierra que quiere ser parecida a ti

...

y que te necesita para maravillarme


Raúl Gustavo Aguirre