lunes, 23 de diciembre de 2013

LENGUA QUE HIERA Y QUE CURE

                                    Joan Miró, Nature morte aux vieux soler, 1937



"Pero no se puede pensar con una lengua muerta. Se piensa en la lengua que se comparte con el resto de los hombres, que es la lengua en la que se habla y se discute, además de escribir. Esa lengua es la única que tiene la capacidad de decir algo que hiera y, por eso mismo, algo que cure. En esa lengua llena de ambigüedades -por estar viva- es en la que piensan los filósofos a la vez que entran en conflicto con ella. Ese conflicto no siempre debería resolverse con una escritura "ruda y fea" que, precisamente por ser ruda y fea, será convertible en jerga. Sobre todo si se quiere que la filosofía no sea nada más que un vocabulario al servicio de otros saberes. "


                                                                                               Silvia Schwarzböck



Nature morte au vieux soulier, 1937
Nature morte au vieux soulier, 1937

jueves, 27 de junio de 2013

PAULO LEMINSKI: UN HOMBRE CON UN DOLOR ES MUCHO MÁS INTERESANTE



un hombre con un dolor
es mucho más elegante
  camina así de lado
como si llegando atrasado
  andase más adelante

  carga el peso del dolor
como si portase medallas
  una corona un millón de dólares
o cosas que les valgan
  opios edenes analgésicos
no me toquen en ese dolor
  es todo lo que me sobra
sufrir, va a ser mi última obra


(trad. Reynaldo Jiménez )



martes, 25 de junio de 2013

ANA C.; NADA DISIMULA LA PERFECCIÓN DEL AMOR






                                                           Helio Oiticica, Sin título, 1956.



Nada disimula la perfección del amor.
Un auto en marcha atrás. Memoria del agua en movimiento. Beso.
Gusto particular de tu boca. Ultimo tren subiendo al
cielo.
Aguzo el oído.
Los aparatos que sólo hacen sonido ocupan el lugar
clandestino de la felicidad.
Necesito atarme al velamen con mis propias manos.
Sirgar.
Desde aquí al fondo de la reserva forestal oigo cosas que
nunca oí, pájaros que gimen.



(Versión de Teresa Arijón y Sandra Almeida)

*

Se escribe sobre el amor.  De qué otra cosa escribir sino sobre aquella tempestad?. Un gran demonio -tal fue una de las tantas definiciones de Eros- que condena y a la vez salva, que provee el alimento necesario en tanto se lo deje hacer y se le permita hablar. Experiencia  sin espejo ni reflejo, por sobre todas las cosas. Savoir faire;  el cuerpo se dispone y se expone como un pentagrama asediado para oír y eventualmente participar, si es al fin invitado y  logra soportar el murmullo, en un ritual cuyo fondo parece ser un temblor indefinible. La subjetividad se parece a un robo inicial, escribe Ana C. en otra parte, intentando cifrar, al calor de una conjetura lanzada casi al pasar, el tono desde el cual aguzar la espera. Espera cuya cartografía se construye a partir de una promesa incumplida. El deseo operante por vía de una destitución más esencial que prepara el acontecimiento;  viene si no lo llamo y si lo llamo se aleja. El habla, en tanto mónada significante, discurre atónita.

*

Cualquier sutileza prepara el abordaje; un gusto particular en la boca, oír cosas que nunca se oyeron. El gorjeo del pájaro que invita a la distancia y al dolor implicado en dicho habitar, nunca completo. Imposibilidad de reticulado alguno: un resto permanece siempre por fuera del conjunto. Despojo o epifanía, dependerá de la escucha y de la respuesta pero también de la suerte. Ningún dios ha abolido alguna vez el azar. Y nada ni nadie disimulan dicha perfección.










jueves, 20 de junio de 2013

RUINA



La piedra de la casa se desgasta. Escucho cómo golpea afuera el 
agua. Algo de mí crece lejos. No sabría estar como antes intacta 
en el hogar, apegada a la luz de sus instrumentos.

                                                              Ana Laferranderie - Volcar la cuna ( 2013)




Pareciera ser que todo hogar, cualquier hogar, está condenado al desgaste y a la ruina, y que dicho desgaste también condenaría a la ruina a sus habitantes en tanto estos no puedan o no quieran dar cuenta de la misma. ¿Qué significa entonces `dar cuenta´? El poema lo indica: escuchar. Escuchar el agua que desde un afuera irreductible cae sobre la casa, asesta un golpe e imprime una herida, pero tambièn ofrece -¿dona?- en su espaciamiento y fluidez infinita, mayores posibilidades de movimiento.  Y la escucha, el oído, que al imprimir su propia organicidad a la experiencia la transforma en un plano de inminencia. Inminencia que, por sí misma, sitúa a quien escribe en un horizonte de no saber y de apertura radical, desde la cual poder hablar un lenguaje quizá más extrañado. Todo hogar se encuentra habitado antes y después de nosotros. Ruina de la cual dar cuenta, que no deja de ser fortuna. Quizá allí, en este co-habitar distante y a veces imperceptible, crezca algo próximo. Y ya no haya sitio puro ni se pueda ni se sepa estar como antes.

lunes, 17 de junio de 2013

RESTOS


                                                     
                                                                Jackson Pollock, The She-Wolf, 1943



UNO. Entre poesía y poema, las cosas, la vida, aire nuevo -pneuma / hálito / espíritu- no (sólo) para ser respirado, esto es lo más común,  sino para ser vivido. Participio infinito en tanto memoria de un cuerpo que se conjuga en modo condicional.

DOS. Escribir es quizá encrucijada, atravesamiento, contaminación. La frontera que cede y dizquea frente al avance del mar y su ruido inapresable. El mar que solicita continuamente los cimientos de la isla y a la vez solaza con su arrullo el temblor. Escribir; el mar.

TRES. Fragilidad, también. El estilete es frágil frente al blanco. Tiene miedo. La mano que empuña el estilete tiene miedo y no se ajusta nunca a su propia intención. El error como único salario donde el comercio ya no tiene lugar.

CUATRO. Leminski; "El texto es, desde el inicio, un Osíris, un muerto destinado a resucitar a la luz del ritual de sucesivas lecturas, traducciones e interpretaciones ".  Leer en tanto crédito ofrecido en un confiar sin estipulación previa, allí donde el golpe de suerte podría retornar desplazado.

CINCO. Quien erra también funda.