Francesca Woodman ( 1975 )
“No niego que el amor tenga
disputas con la vida; afirmo que aquél debe vencer y por eso elevarse a una
conciencia poética tal de sí mismo que todo lo que encuentre necesariamente
hostil se funda en la hoguera de su propia gloria.”
(André Breton – El amor loco )
¿ Quien puede hablar acerca de un decir, que no
deja de ser acto, que no deja de ocultarse, y que pareciera condenado al más
extremo desamparo? ¿ Es posible obstaculizar, desde el acto amoroso y la
hiancia a la cual nos invita y desde la cual nos interpela, la lógica de la comunicación, soporte estructural de la circulación mercantil y reificada de
palabras, cuerpos y afectos? ¿ Cómo hacer pie y ser dignos de aquello que nos sucede y nos subvierte, allí donde las proporciones pierden todo su sentido ?
La despoetización del lenguaje preanuncia que lo
peor esta por venir. He aquí quizá la zona de clivaje donde la poesía, así lo
subrayó Mandestam, se transforma en una estrategia de guerra y en un trabajo de
paciencia, intersectando palabra y acto amoroso hasta volverlos indiscernibles.
Amor que es un decir vacío y decir que es un acto de inconsistencia. En este
modo de caminar-decir-habitar, pareciera señalar Miguel Ángel Bustos, la
palabra adquiere otra dignidad, muy exterior a ella misma, muy otra a su uso
cotidiano y cosificado. Acto que
repoetiza un lenguaje capturado por la cháchara conversacional, y configura un nuevo lugar, instersticio para
un diálogo tenso con aquello que continuamente se escabulle y nos deja, precisamente—y
he aquí la irrebasable paradoja— sin palabras.
Frente a la orfandad que provoca la emergencia de
lo real, y en este sentido ubicamos la poesía como acto amoroso y el amor como un acto poético ( es decir, de invención ), resulta
necesario construir una lógica no bivalente, cartografía donde no solamente
conviven en apaciguada tensión el yo
y el tu, sino también lugar de y para el
deseo. Puntos irreductibles a un lenguaje cristalizado que se pretende siempre omnipotente y omnicomprensivo.
Suelto mi vida / y camino
enamorado. Tú, Yo, y una demora que nos vuelve inapropiables el uno al otro. Tres
términos, tres lugares; política, amor, y poesía. El lazo construido sobre la fragilidad y la
contingencia de los cuerpos a través de una palabra y un acto que no busca
cerrar la herida, sino caminar con ella hacia lo abierto, a metros de la noche
aterrada
*
Camino con amor
Enamorándome
del agua azotada
de tus ojos,
caminaba y sufría.
De los niños acurrucados
endurecidos,
oscuramente adultos,
corría mordiendo el llanto.
De las cárceles
sin lechos ardientes,
a espaldas largas
del verano.
¡Corría y corría!
Abrazando
mi pecho hermano
y tu pecho hermano,
a metros de la noche aterrada,
suelto mi vida
y camino enamorado.
( Miguel Ángel Bustos )
Agradecimiento especial : Javier Galarza